jueves, 5 de mayo de 2011

Tendales y grafitis



Desde cualquiera de los once miradores –da Graça, de Santa Catarina, de Santa Luzia, de São Pedro de Alcântara, do Castelo,…- Lisboa muestra, entre tejados, sus plazas, avenidas y el entramado de calles que desde la Baixa, Restauradores y la Avenida da Liberdade se encaraman hacia Barrio Alto, la Graça,… Internarse por ellas, con sus escalinatas, cuestas, arcos y callejones te descubre la vida cotidiana, el ir y venir de sus tranvías escalando pendientes y encogiéndose en las estrecheces de las “ruas”. Y a menudo, la historia, y sus esplendores, se reflejan en las fachadas, espejo de elegante capital europea.
















Teatro Eden. Magnífica representación de la arquitectura Art Decó
El edificio preferido de mi amigo Pedrito

A este viajero, que gusta de pasear sin prisa, esta ciudad le mostró también, sin ningún pudor, sus intimidades. En ventanas,  en los tendales de ropa limpia, en el colorido de sus grafitis callejeros  y el testimonio mural de filósofos anónimos, descubrí la huella más personal de los moradores de sus barrios.






























  



Aquí y allá me crucé con lisboetas absortos en su quehacer, leyendo la prensa, comprando fruta, en el tranvía, trabajando, sentados, en el balcón, en la ventana… y, ¡sorpresa!, limpiando la plaza. Y es que … cuando hay confianza, pasas hasta el fondo y terminas compartiendo lo recóndito y lo cotidiano.



    


















Mi Lisboa (3)

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