Bajaban a primeros de mayo las riegas con abundante agua. Época
de deshielo y, si al invierno no se lo comió el lobo, le toca ahora al sol mojar
praderas y llenar arroyos. Porque es época de verdear y brotar, de florecer los
manzanos, de eclosionar las plantas por doquier antes que llegue de verdad el
calor del estío.
Así fue como nos recibió el paisaje por las riegas de Cicera
y Navedo, en las praderías de Cicera y por el bosque de Santa Catalina. Desde
el mirador de La Bolera de los Moros, restos del Castillo de Piñeres, del siglo
VIII, contemplamos gran parte del curso del río Deva encajado en el Desfiladero
y los pueblos de Tresviso, en lo alto, y La Hermida, abajo, en pleno
desfiladero al que da nombre. Al sur las vegas de Lebeña y al fondo La
Liébana.
Fotografías realizadas el 2 de mayo de 2015