jueves, 31 de octubre de 2019

De soles y de sures


Que los esquiadores inauguraran la temporada con las pistas cubiertas de nieve por Todos los Santos no es una leyenda. Sin haber entrado el invierno aún ya era posible disfrutar de las montañas nevadas por estos lares, eso sí, era una realidad que duró hasta los años setenta del siglo pasado. Desde entonces el otoño viene siendo, unos años más días y otros menos, época de soles y de sures. En algunos aspectos una prórroga del verano, aunque se vayan acortando los días. Por otra parte, una época ideal para disfrutar de unos Picos de Europa ya menos concurridos y ya desaparecidas también las manchas blancas de sus neveros –solo quedan los permanentes más ocultos en los rincones sombríos- y con una luz característica que remarca sus relieves. Mientras los bosques de las zonas bajas comienzan su metamorfosis de color antes de perder las hojas, las crestas y cumbres siguen bañándose de luz especial por estar el sol más bajo y, a menudo, venteadas por aires cálidos procedentes del otro lado de la cordillera. A veces con ráfagas de una fuerza que casi no permiten mantenerse de pie en los collados y cimas, dando también una forma espectacular a las nubes.

































Fotografías realizadas el 5 y 12 de octubre de 2019