sábado, 7 de mayo de 2011

En la casa de Pedreña

Fue a principios de abril de 2008. Llegamos a su casa por la mañana y nos recibió con las katiuskas puestas y con ropa de trabajo. Se afanaba en el jardín.  Pronto, ya duchado y cambiado nos enseñaba las maravillosas vistas de su casa, en lo alto de su pueblo natal, sobre la Ría del Cubas y el Golf de Pedreña.
Precisamente, había sido en el Campo de Golf de Pedreña donde  varias veces había entrevistado anteriormente a Severiano Ballesteros. Alguna vez había sugerido para las grabaciones su lugar favorito del campo, arriba, creo que es en el hoyo 14, desde donde se divisan unas fabulosas vistas de Santander y la Bahía. Incluso recuerdo, en una de las ocasiones en la que había acudido solo para una breve declaración a propósito de los premios Príncipe de Asturias, y  mientras caminábamos hasta ese lugar, haber ido compartiendo inquietudes sobre los hijos, cómo van creciendo, su formación,.. En fin, cosas de padres…
Pero esa mañana de abril, en la que Severiano nos abrió las puertas de su hogar, del cuarto de los trofeos, nos mostró sus distinciones y hasta se puso para la cámara la Chaqueta Verde ganada en el Masters de Augusta, interrumpió la grabación un hecho al que entonces no presté atención por su aparente intranscendencia. En su gimnasio nos comentaba cómo seguía manteniéndose en forma y, de pronto, se tuvo que disculpar unos instantes para ir a tomarse un analgésico para un dolor de cabeza. Unos instantes después continuábamos la entrevista en el salón.
No sé si aquella indisposición fue casualidad o tenía ya que ver con la dolencia que, apenas seis meses después, obligara a la hospitalización de Ballesteros y sus intervenciones quirúrgicas. Pero cuando saltó la noticia, en octubre, yo me acordé, inevitablemente, de aquel inoportuno dolor de cabeza y que desde entonces, lamentablemente, no he tenido ocasión de entrevistarle de nuevo.
Fue en la casa de Pedreña.

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