sábado, 7 de mayo de 2011

Campanos y gaitas

El celaje amenazaba lluvia cuando empezó la danza. Las nubes oscuras ponían un decorado más dramático hasta que… empezó a jarrear. Los Zarramacos, el Zorromoco, La Pepa y, hasta La Madama  danzaban y danzaban. Llovía intensamente. De vez en cuando, un ratito, alguno se detenía, empapado, a descansar en la carpa. Una amable azafata repartió un chupito de orujo con miel a los que desesperadamente allí se refugiaban del chaparrón. Mojadura y orujo. Afuera la danza seguía. Silió.




 
  




–“Llueve como en tu pueblo…”
Pero el sonido no decreció. La danza que lo provocaba seguía rítmica y ritual, en círculo, rodeada de lugareños y visitantes abstraídos y sorprendidos. Resonaban los campanos  más allá de Rossio, por la subida al Carmo, por la Travessa de Santana y  desde Restauradores hasta la rua Augusta. Lisboa



Dejó de llover. La plaza recobró su luminosidad. La fiesta del norte continuó.
El bombo marcaba el ritmo y las gaitas extendían la melodía. La pandereta, inquieta y dicharachera, jugaba con el público. Lugareños absortos y turistas con cámaras de fotos. Aires del norte junto al Tajo. Entre canción y canción traguito de la bota de vino. Al fondo el elevador de Santa Justa, en el centro de la plaza los de Cabezón de la Sal.









Lisboa se puso la máscara Vijanera.  A Pedro IV le rondaron las gaitas.
Mi Lisboa (y 4)

1 comentario:

  1. Gracias por el artículo y las fotos de parte de los vijaneros. Siempre gusta estar acompañados de paisanos y de música de nuestra tierra.

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