domingo, 29 de mayo de 2011

Llamada a Concejo

Suena la campana. No es hora de misa ni hay funeral. Repica incansable llamando a los vecinos, como es costumbre, para que acudan a la plaza a discutir de temas de interés común. Tañe desde lo alto de la espadaña llamando a Concejo, la ancestral forma de decidir la organización  y el reparto del trabajo comunitario, el reparto de los beneficios comunales y la atención de las familias necesitadas, viudas y huérfanos del pueblo. Democracia participativa.
Así se mantenían cuidados los caminos de mi pueblo, así se construyó la iglesia y, treinta años después, la casa parroquial. El Concejo otorgó a algunas familias sin recursos una parcela de las comunitarias para que, con el trabajo de todos, –alguna aún perdura hoy en día- se hicieran una casita. Desde tiempos remotos así se hizo en estas tierras del norte carentes de señoritos y dueños de vidas ajenas. Donde las personas trabajaban por la comunidad y la comunidad cuidaba a las personas. Cuando la razón, discutida y consensuada, se imponía como beneficio común. No se habían inventado las ideologías que, lejos de unir ideas, buscan imponerse una a otras sin preocuparse por las personas y empeñadas en etiquetarnos en blanco o negro y, lo que es peor,  “conmigo” o “contra mí”. Origen de antiguos odios que algunos se empeñan en perpetuar.
El conflictivo siglo XX ya quedó atrás con sus avances y sus fracasos. Desenganchémonos de ideologías trasnochadas y deshumanizadas. Democraticemos de verdad los Parlamentos representando a las personas y sus anhelos y no a colores y símbolos. Repiquen pues los twitter y los facebook y volvamos a la plaza a plantear lo que verdaderamente interesa a las personas y a decidir prioridades para ellos y sus hijos. Que sus nietos no lamenten que ésta oportunidad no se aproveche. Reinventemos el Concejo.












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