Cada montículo cubierto de selva, cada túmulo coronado de árboles oculta una construcción. Para poner al descubierto este enorme yacimiento -ya lo han sido 16 de los 60 Km cuadrados que se estima tiene de extensión-, para restaurarlo y que ojos profanos, como los de éste viajero, sean capaces de apreciar sus dimensiones -en extensión, en el tiempo, en la cultura, en la historia, en el conocimiento,…- son necesarios muchos años de trabajo. Cada nuevo edificio que ve la luz necesita del trabajo conjunto de muchos especialistas. El proceso siempre es igual: talar los árboles, limpiar la vegetación, eliminar la tierra y sacar cuidadosamente las raíces que se introducen entre las piedras, separar los restos arqueológicos que puedan aparecer, limpiar las piedras y consolidar la construcción. Volver a poner piedra sobre piedra, tal y como lo hicieron los Mayas en los distintos periodos desde 600 años a.c. hasta el siglo X d.c.
Mientras que muchos palacios, templos y pirámides lucen en todo su esplendor, muchos más permanecen cubiertos por la húmeda piel de la selva escondiendo quizá la respuesta a la pregunta más planteada en Tikal: ¿qué provocó la desaparición de ésta civilización?.
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