“Apenas liberó la cuerda del descensor, ya sobre la pedrera
en la base de la pared, y mientras recuperaba el último rápel, se imaginó
saboreando una cerveza fresquita junto al mar. Tan solo unas horas antes, poco
después del amanecer, había subido por la canal de La Celada hacia la cara sur.
La escalada al Urriello se había dado bien y habían llegado a la cima muy
pronto. Desde la cumbre se veía el mar, tan cerca que parecía estar a tiro de
piedra, así que allí mismo decidió ir a la playa esa misma tarde”.
Y es que las cumbres de los Picos de Europa se reflejan en
el Cantábrico y a las cimas y las paredes calizas llega el frescor de las olas
cuando rompen en el acantilado. A veces, las nubes que se cargan de humedad en
ese mar, encallan en las laderas y tapan con un telón ambos paisajes para no
dejarnos ver el horizonte desde las alturas o privarnos del sol en la costa.
Pero cuando se despeja, las cumbres y el mar forman el mismo paisaje y un
escalador que baja del Picu por Cabrales, puede llegar a Llanes antes del
atardecer. Es posible vivir en la misma jornada por las peñas de pastores y
montañeros y en los acantilados y ensenadas de los pescadores.
Fotografías realizadas el 20 de septiembre de 2014
¡Me ha encantado!
ResponderEliminarGracias, Simon
EliminarPor cierto, ese día comimos en Trescares y me acordé de ti.
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