domingo, 22 de enero de 2012

La magia de África

Solo conocía el África de los documentales y no esperaba en absoluto encontrar esas imágenes cuando aterricé por primera vez en el aeropuerto Jomo Kenyatta de Nairobi. Pero enseguida, en la carretera que del aeropuerto conduce a la ciudad sin ir más lejos, ya me sorprendió la fauna salvaje del continente, ya me vi viajando como en los documentales. Tampoco me imaginaba la intensidad con que viviría el recorrido por el país y, menos aún, me imaginaba lo que me iba a enriquecer aquel viaje y lo que significaría en adelante para mi aquel continente.











Lo primero fue adaptarnos al mundo al que llegamos, porque llegas como un pulpo en una cacharrería, con prisas por viajar, por ver, por… con la estresante prisa que nos hemos impuesto y chocas  con gente sosegada que vive con ritmo tranquilo, poseedora de tiempo de sobra para todo. Así que lo primero que hay que hacer es adecuarte a su cadencia, desprenderte de las inútiles prisas europeas y dejarse llevar. De esa forma África se muestra en toda su magnitud, empiezas a formar parte del medio y a vivirlo con intensidad. Empiezas a entender el continente. Luces y olores, colores y paisajes, ojos y miradas,… te cautivan, te sacuden el espíritu y te seducen.











No se había rodado todavía la película “Memorias de África”, así que tuve la fortuna de descubrir un país sin modificar, sin los cambios que produjo la avalancha turística que años más tarde, película y mayoristas del turismo, dirigieron hacia Kenia. Cada momento fue un descubrimiento, cada región del país un paisaje distinto, una etnia diferente, unos cultivos cambiantes, diversa climatología… pero lo que no cambiaba era que por todos lados despertábamos la misma curiosidad; en los pueblos, por las carreteras y por las pistas de la sabana, en los mercados, a orillas del lago Victoria o en Amboseli,… niños y mayores se detenían, a veces durante horas, para observarnos a nosotros con enorme curiosidad. Nuestro grupo de "mzungus" llamó poderosamente la atención. Ese interés mutuo propició encuentros irrepetibles y situaciones sorprendentes.











Al final de aquel viaje, ya en casa, este viajero sintió la necesidad de volver,  consciente no obstante de lo difícil de que se repitiera la ocasión.  Años más tarde, para mi fortuna, el destino, o quizá la magia de África, me dio la oportunidad de retornar en más ocasiones. Pero,… eso es otra historia.

Del siglo pasado (6)

1 comentario:

  1. Es lo que tiene Africa, que "engancha " y siempre quieres volver.
    un abrazo Pedro.

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