lunes, 15 de junio de 2020

El silencio de los bisontes



Tras 15.000 años en la oscuridad silenciosa de la cueva, el despertar con un sobresalto producido por las multitudes y el deslumbramiento de linternas y lámparas, resultó estresante para los animales que descansaban en el techo de Altamira. Bisontes, caballos, cabras, … empezaron a padecer en pocos años –en comparación con el tiempo que llevaban inalterados- un grave deterioro, a mostrar una alarmante alteración de su pintura y a sufrir la presencia de hongos y patógenos que amenazaban con destruirlos. Así que se cerró a las visitas la cavidad y se priorizó de manera acertada la protección ante la explotación turística. Parece que ese deterioro, al menos, se ha frenado.
Ahora, tras un periodo de obligado parón en la actividad humana, hemos comprobado como la naturaleza ha tenido un respiro y cómo han mejorado muchos hábitats. Han mejorado las aguas, los animales se han recuperado de situaciones de estrés acercándose confiadamente, incluso, a carreteras y poblaciones, el aire de ciudades que antes se mostraba turbio se ha vuelto trasparente… Pero no sólo ha sido así en la superficie, parece ser que la ausencia de visitas en las cavidades subterráneas ha producido una mejora considerable en el estado de las cuevas, especialmente en las que poseen pinturas y restos arqueológicos.












Fotografías realizadas el 9 de junio de 2020 (Lógicamente las de los bisontes no pertenecen a las pinturas originales, sino a las magníficas reproducciones de la Neocueva del Museo Altamira)

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