Cuando en pleno invierno la
considerable capa de nieve suaviza el relieve de los Picos de Europa y le da su
extraordinario aspecto alpino, es difícil imaginar el paisaje que se esconde
debajo del manto blanco. Incluso cuando durante el verano abunda la roca
caliza, pero los neveros permanecen por doquier, resulta difícil concebir una
extensión tan grande sin arroyos y sin un ápice de vegetación, un inmenso
pedregal con cimas que superan los 2600 metros de altura y hoyas cerradas,
“Jous”, que engullen el agua de lluvia y deshielo hacia los abismos que se
ocultan en su interior y surgen mas tarde por los manantiales de los verdes
valle que circundan este macizo. Solo finalizado el verano, cuando sólo quedan
las pequeñas manchas de nieve perenne y el sol reverbera en la piedra del
corazón de estas montañas, por el Cerredo o por Llambrión y Torre Blanca, se
hace evidente la sensación de inmensidad árida y rocosa, a la vez que la
abrumadora impresión de alta montaña. Un caótico y espectacular karst donde los
desniveles y la sucesión de lapiaces alargan las distancias. Cimas en
equilibrio y paredes verticales, terreno de juego al fin y al cavo, de amantes
de los horizontes amplios.
Hoyo Sengros
Tiro Llago, Torre Blanca y Llambrión. A la derecha, Collada Blanca
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