miércoles, 3 de abril de 2013

Gordito y de ojos rasgados



Callejear no es recorrer las calles, es una exploración, un diálogo con las marcas del tiempo,  una lectura, descubrir los personajes que habitan las historias.
 




La primera vez que le vi estaba sentado sobre una pelota. Me llamó la atención, allí, en  el muro con manchas amarillas, gordito y de ojos rasgados…
 
 



 
Mas tarde, me lo vuelvo a encontrar, de pie, en unas tablas pintarrajeadas, enseñando el ombligo, mostrando sus curvas y las arrugas de sus pliegues…
 
 



 
Era evidente que me perseguía por las calles, cuando menos me lo esperaba, aparecía en otro recoveco, en una puerta, de nuevo con la pelota, vestido y calzando sandalias…



 
 
La última vez se había puesto una gorra. Por fin descubrí sus intenciones, mientras se tomaba un refresco me indicaba el camino correcto. Yo seguí sus indicaciones. Ya no volví a verle mas…


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