A veces, cuando las nubes bajan al suelo, encaramarse al
cielo desde la cumbre de una montaña y contemplar un mar de nubes es toda una
recompensa para los osados que subimos hasta allí, privilegio que resulta,
al menos, reconfortante. Ver descender durante el día la nubosidad que oculta
el valle y, al caer la tarde, contemplar como asciende por las laderas, produce
un sosiego inspirador, una invitación a la mera contemplación.
Otras veces, por muy alto que subas, las nubes lo cubren
todo, envuelven a personas y paisaje,
borran por completo el horizonte y nos impiden ver los espacios vacios y las líneas que dibujan los relieves.
Cuando, de repente, se rasgan los nubarrones y se abren como el telón de un
teatro, el paisaje aparece por sorpresa, con fuertes colores, con claroscuros
de sombras, de las propias sombras que produce el celaje. Entonces, entre las
brumas, las crestas rocosas y las cimas parecen mas altas, los desniveles
parecen alargarse, nos sorprenden los pequeños detalles y el paisaje se
muestra mas espectacular.

Cuando las nubes se abren en el Valle del Duje, se puede divisar el pueblo de Sotres

Macizo Oriental, Sierra de Peña Sagra (al fondo) y Peña Vieja

Picos de Santa Ana, Tiro Navarro, La Mora, Pico Urriello y Peña Castil.
Al fondo, Torrecerredo, la cota mas alta de los Picos de Europa.

En el centro, el anfiteatro de la cara sur del Pico Urriello.

Peña Castil

Torrecerredo y Los Cabrones. Abajo, el Hoyo de Los Boches.

Mª Ángeles, Fernando, Fonso, Toño y Pedro en la cima de Santa Ana.

Paisaje lunar: sumideros en el fondo del Hoyo de los Boches.
Fotografías realizadas el 9 de agosto de 2014