La comarca de Liébana –y no pretendo aquí descubrir nada
nuevo- es un territorio con unas características climatologías, etnográficas e
históricas diferenciadas precisamente por su orografía. Valles rodeados de
murallas y torres, y no me refiero a las espadañas y campanarios de las innumerables
ermitas e iglesias que se esparcen por cada pueblo en torno al monasterio de
Santo Toribio, sino a las altas cumbres que forman su contorno. Montañas que,
en algunos casos son laderas empinadas, muchas veces cubiertas de bosque, y en
otros, autenticas paredes de roca que parecen mantenerse en equilibrio sobre
los pueblos. Defensas naturales a lo largo de la historia y protección eficiente
de las humedades originadas por el mar. Y siempre, en cualquier época, un
paisaje espectacular. Y siempre, de día descubriendo rincones y por la noche
contemplando la silueta de las cumbres sobre los tejados de Potes, es un lugar muy
especial.
Fotografías realizadas el 15 y 16 de julio de 2016
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