Cuando Don Quijote, a lomos de Rocinante, recorría La Mancha
en el relato de Cervantes se encontró con los molinos de viento. Su mente calenturienta los convirtió en gigantes y su
espíritu novelesco de caballero andante le obligó a enfrentarse a ellos pese a
las advertencias del fiel Sancho y el resultado fue un desafortunado combate en
el que Don Quijote terminó maltrecho y magullado.
Y nosotros, quijotes de las montañas o “conquistadores de lo
inútil” -como diría Lionel Terray-, nos empeñamos una y otra vez, como “Alonsos
Quijanos” desoyendo las advertencias de los fieles escuderos que en el mundo
han sido, en conquistar gigantes que plagan horizontes, en colonizar las máximas
alturas de la tierra. Aunque a veces, contrariamente a lo que le sucede a Don
Quijote, los gigantes se convierten en molinos, como sucede al llegar a una de
las cimas mas altas de los Picos de Europa, Torre Blanca, donde, por encima de
neveros perpetuos y abruptas peñas, aparece un molino de viento, pequeño y
modesto pero desafiante de todos los vendavales.
Colocación del buzón de cumbre en Torre Blanca el 15 de septiembre de 1977
En el mismo lugar en 1977 (Cuando se instaló el buzón con
forma de molino) y en 2016
Fotografías realizadas el 23 de junio de 2016
Cuánto ha llovido desde entonces. Bonitas fotos de 1977 - 2016 que tiempos!!
ResponderEliminarGracias. Ya lo creo que ha llovido... y seguimos calándonos de lluvia, que es lo importante!
EliminarUn bonito reencuentro con el pasado. ¡Qué efímera es la vida humana en comparación con la de los molinos y las montañas! ¡Hay que aprovecharla hasta el máximo! ¡Carpe Diem!
ResponderEliminarSabias palabras amigo Sancho... ¡perdón!, amigo Simon ¡Carpe Diem!
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