martes, 14 de marzo de 2017

Y al fondo… siempre el mar!




En esta tierra donde nací, de días nublados que intensifican los verdes y resoles que alegran el paisaje, siempre en la lejanía hay una línea azul. Si subes a las montañas, allá donde la nieve perdura hasta el siguiente invierno, verás valles, praderas, bosques y pueblos y, en la lejanía, una franja azul que se junta con el cielo. Cuando por las riberas sigues el curso de arroyos y ríos, dejando atrás vegas y desfiladeros, siempre caminas hacia el norte, como si la rosa de los vientos hubiera marcado de antemano tu destino, hasta llegar a la sinuosa costa donde rompen las olas contra los cantiles en días de temporal o lamen suavemente los arenales cuando son tranquilos. Y es que siempre, al fondo, está el mar. Siempre poniendo el fondo azul para resaltar los colores del paisaje, siempre, estés donde estés, marcando el norte, decidiendo si llueve o hace sol, labrando día a día, incansable,  el precipicio que pone fin a la tierra firme y conquistando nuestra atención con el ir y venir de espuma y salitre. 








































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