Aunque no se haya derretido del todo la nieve, ya suelen aparecen
entre sus cristales las prímulas, como cada año, como cada fin de invierno. Mientras,
los chorros de agua del deshielo y la lluvia riegan los musgos, caen por los
terraplenes y empapan camberas y praderías. Entre las ramas sin hojas, o entre la hojarasca del suelo, aparecen de nuevo, aquí y allá, nuevos brotes de vida, verdes tallos para tapizar otra vez de verde el paisaje y las primeras flores que garantizarán nuevos frutos. Es la época en la que a los humanos
se nos alegra el corazón y nos sonríe el ánimo. Y es que la luz nos anuncia que
llega la primavera, inexorable ciclo vital en el que recobramos mas vida y en
el que sentimos todo a nuestro alrededor mas amable y generoso… y, nosotros
mismos, mas inspirados.
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