Con el paso de los siglos, la historia va dejando huellas imborrables en los países ya sea en su idiosincrasia, en la cultura, en las costumbres,… y como no, en su arquitectura. Las épocas de gloria y prosperidad sirven para fomentar las grandes obras, las épocas de crisis y las invasiones para su abandono o destrucción. En Uzbekistan, lógicamente ha ocurrido lo mismo, más aún al estar situado en una codiciada zona de paso en el centro de Asia, y, la histórica ambición de gobernantes, ha provocado la sucesión de invasiones, conquistas de imperios, fragmentación del territorio en janatos, crisis económicas, fanatismos religiosos, dependencias de gobiernos extranjeros… que queda patente a poco que se repase la historia de sus edificios. A veces con efectos contradictorios, como en la época anterior a la independencia en la que se fomentaba la no religión y el consiguiente abandono de los edificios religiosos y, sin embargo, los arqueólogos investigaron y pusieron en valor las ruinas de mezquitas y mausoleos, contribuyendo así a que se iniciase la reconstrucción y restauración de grandes edificios. También la acción de la climatología y los terremotos han contribuido a la decadencia de estas joyas del pasado. Viendo en los museos las viejas fotos de en lo que la historia había convertido gran parte de estos edificios, hoy Patrimonio de la Humanidad, se aprecia la ingente labor de reconstrucción y restauración llevada a cabo en Itchan Kala de Jiva, en Bujará o en Samarcanda. Como ejemplo la espectacular plaza Registán de esta última donde sus madrazas han sufrido las consecuencias de ser establo de animales y refugio de comerciantes, de los efectos de terremotos y de un largo abandono, y donde han trabajado cientos de restauradores hasta acabar su recuperación justo antes de la caída de la Unión Soviética. Cabe destacar que para ello se han empleado técnicas artesanales y de construcción, además del uso de materiales propios de cada época a la que pertenecen los edificios y, como consecuencia, la proliferación de talleres especializados en cada uno de los oficios –talla de madera, cerámica, esmaltado, cantería,…- y especialistas que han puesto en pie el patrimonio y siguen manteniendo la tradición artesanal. Llama la atención los artesonados y los relieves de los pilares de madera de las mezquitas, pero también el laborioso trabajo de tallado de las puertas por doquier o la recuperación de la fabricación del papel de seda (obtenido de la morera) que tanta fama le dio en su época a Samarcanda. Algunos de estos oficios, como el de tejedora, la pintura de miniaturas y acuarelas o la fabricación de marionetas se están orientando recientemente al turismo.
Fotografías realizadas del 28 de octubre al 4 de noviembre de 2023
Wow! ¡Qué bueno!
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