Cuando comienza el verano, a los cielos de completo azul y totalmente despejados les preceden días de nubes y claros, de jirones blancos que se pasean por el paisaje ocultando, ahora aquí y luego allá, los valles y las cumbres, que se pegan a las masas de agua -¿quizá para beber de ellas?- o se abrazan a las crestas rocosas. Es tiempo también de eclosión de la primavera retrasada en las alturas, donde perduran más los fríos, verdeando y floreciendo intensamente. De hayedos sombríos y bosques frondosos.
Fotografías realizadas el 26 de junio y el 10 de julio de
2021
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