Fueron en otro tiempo los Picos de Europa paraje de pastoreo alejado de la mirada y del
interés de la mayoría de los habitantes del valle, escenario de leyendas e historias fantásticas y territorio singular de caza
mayor hasta que los primeros curiosos,
guiados por lugareños, descubrieron estos rincones y con ellos llegaron los
primeros exploradores y geógrafos. Para cartografiar y medir la altura de los
picos, se construyeron monolitos de piedra amontonada (puntos geodésicos) en
algunas cumbres y para acceder más cómodamente a los “tiros” de caza se
acomodaron senderos mediante muros de mampostería, de los cuales alguno se
conservan todavía hoy. Se inició así la red de caminos que se adentran en esta montaña. La inquietud de los primeros aventureros por descubrir cada lugar y ampliar horizontes les llevó,
cuando el alpinismo no se había inventado como tal, a escalar algunas montañas “inaccesibles”
comenzando a escribirse la historia de las “primeras” y forjar la admiración de las posteriores generaciones de montañeros. Los nuevos
territorios descubiertos ofrecieron inéditos recursos mineros y pronto, en una época de gran desarrollo industrial, comenzó su exploración y con ella la construcción
de abundantes caminos y la proliferación de minas e instalaciones y, con el tiempo, multitud de escombreras. No es de extrañar que el pastoreo,
la caza y la minería aportan la mayoría de los topónimos de sitios, peñas y
lugares de estas montañas.
Fue precisamente en el Macizo Oriental de los Picos de
Europa, el de Andara, donde se desarrolló una importantísima actividad minera y donde
el paisaje fue más alterado. Paisaje que hoy en día muestra por doquier
abundantes restos de aquella época, que inevitablemente es obligado sortear
para acceder a los extraordinarios miradores que son sus cumbres, sobre Liébana
y la Cordillera Cantábrica al sur, sobre el Macizo Central al oeste, sobre el
mar y la costa asturiana y cántabra al norte y sobre la Peñarrubia,
Peña Sagra y Campoo al este. Cumbres altivas y de laderas espectaculares contempladas desde
el valle, mas suaves y accesibles desde Andara, y que, aunque ya recorridas, siguen atrayendo y sorprendiendo en cada ocasión que se ascienden, como desde la cumbre del modesto Valdominguero, donde contemplar el mar y el resto de altas cumbres.
Valle del Duje y el Collado de Pandébano, detrás Peña Maín y la Sierra del Cuera, desde la cumbre del Valdominguero
En primer término el pico Macondiu y zonas mineras (Andara)
Praderas de Aliva y Macizo Central
En el centro el Valle de las Moñetas y la canal de Fresnedal
Campos de Valdominguero
La ruta seguida, Los Vallejucos, y el pico Grajal
El Valdominguero desde los Vallejucos
Fotografías realizadas el 23 de septiembre de 2017
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