Cuando las nubes bajan tanto que se posan sobre las brañas y
nosotros nos empeñamos en subir cerca del cielo, es inevitable que, tarde o
temprano, nos encontremos. Es cuando se borran los relieves, los colores se
deslavan y se difumina el paisaje. El mundo se acaba a los pocos metros. Entonces, caminando por donde te guía la
intuición, entre las tinieblas, aparecen sombras, fantasma en la niebla.
Sombras negras del ganado que pasta, de yeguas con sus crías que nuestras
propias sombras asustan.
Y de vez en cuando, sólo de vez en cuando, una flecha nos
señala el rumbo, nos dice dónde se encuentra la Estrella Polar de nuestra "nocturna" singladura.
Fotografías realizadas el 4 de junio de 2016
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