Volvíamos a la Braña de los Tejos. Subía el último cuando
mis compañeros llegaban a Pasaneu. Cuando remonté el collado, los encontré
inmóviles mirando el horizonte, mirando… ¡El mar!
Las veces anteriores que había llegado hasta allí, desde
San Pedro de Bedoya, las nieblas me ocultaron las impresionantes vistas, me
taparon la franja del mar y la costa que, desde Tina Mayor al Cabo de Ajo, se
divisan desde tal mirador o, incluso, el Castro Valnera.
En ésta ocasión habíamos partido desde el pueblecito de
Lebeña, bajo la mole rocosa del Cueto Agero, zona de escalada y de osados
itinerarios de una buena generación de escaladores cántabros, ascendiendo hacia
los invernales del mismo nombre. Pasada la majada, se desvía el camino hacia la
derecha, abandonando la vieja vereda que por el collado de Arcedón lleva a
Cicera, continuando por el camino minero que lleva a las brañas de Taruey y las
minas abandonadas de la zona. La ascensión es todo un recorrido geológico donde
descubrir afloramientos de pizarras y rocas metamórficas, mas antiguas, y las
calizas, sedimentarias, de formación mas reciente y mas abundantes en Picos.
Los numerosos manantiales delatan también la presencia de estas rocas impermeables y convierten el recorrido en un
paseo botánico.
La Braña de los Tejos es un lugar especial. La numerosa
presencia de estos árboles, con mas de 2000 años según los expertos, lo
convierten en lugar único desde donde contemplar maravillosas panorámicas de la Cordillera Cantábrica
o los Picos de Europa, complementado con la presencia de una gran variedad de
plantas que tienen allá arriba su hábitat.
Fotografías realizadas el 7 de junio de 2014
Fotos preciosas. Una subida muy bonita, y la braña de los Tejos un lugar mágico.
ResponderEliminarGracias, Simon. En efecto, la Braña de los Tejos es un lugar mágico.
EliminarUn lugar mágico e inspirador
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