Hay un lugar para el arte. Un templo para la música, para la
danza, para la interpretación… un gigante por donde aún resuena Aida y se
escucha el silencio de Marcel Marceau, donde bailan los violines y danzan los
acróbatas, emocionan las zapatillas de punta y cantan los comediantes. Un
palacio con una escalinata que asciende el mar hasta anfiteatro y sube los
barcos a la escena. Con ojos de buey que ven el mar. Palacio de Festivales de
Santander.
Hoy, 28 de diciembre de 2012 al mediodía desde la Sala Griega |
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