Hoy he estado en la escuela de Dewata que tiene dos aulas, una para niñas y otra para niños. La profesora de inglés ha salido a saludarme con su hijo en brazos, comentándome que hay 93 alumnos. Los alumnos jugaban en el campo que rodea el pequeño edificio rosa, ellos al criquet, que es el deporte nacional con tanta afición en India como el futbol en España, y ellas a las canicas, utilizando una forma de lanzar peculiar, o al menos, que yo desconocía. Amablemente me han enseñado que consiste en sujetar la canica en la yema del dedo corazón empujándolo hacia atrás y soltarlo a modo de catapulta. Aunque parece poco efectivo, ellas demuestran una precisión increíble.
Junto a la escuela hay unos altares de ofrendas y un pozo con bomba de agua manual, donde aplacan la sed y que es utilizada también por las gentes del lugar para lavar o acarrear agua a las casas. Una niña me ha mostrado los tatuajes de sus brazos y manos recién realizados y, en cuanto han cogido confianza, me han pedido que les fotografiara con sus amigos y compañeros y me han recordado cuando yo empecé a la escuela de Bezana y rara vez aparecía un fotógrafo sino para lo foto oficial.
Dewata es una aldea pequeñita junto a la carretera, de esas que no aparecen ni en los mapas, y a esa hora del mediodía los bebés dormían la siesta mecidos cariñosamente por sus madres.
Un par de horas antes nos habíamos detenido en Ghomti, pequeño pueblo y encrucijada de caminos donde toman o trasbordan autobuses personas y mercancías. Es también un activo mercado, parada donde el viajero puede comer algo, barra donde aplacar la sed, peluquería donde acicalarse el pelo o afeitarse la barba con navaja, taller de reparaciones, o donde se atiende cualquier servicio que se demande, eso sí, a la orilla de la carretea y al modo de India. Por cierto cuanto más circulamos por este país más se nos asemeja a África, opinión que unánimemente hemos manifestado en varias ocasiones.
Tengo la ligera sensación de que nos sigues ocultando la fotografía definitiva del viaje... Esa en la que estás con turbante y bailando una danza típica del país.
ResponderEliminarLas fotos me siguen gustando mucho (anunque no te haré ninguna crítica constructiva porque te veo muy sensible, jijiji)
Aunque publico pocos comentarios porque eres tú quien tiene cosas interesantes y diferentes que contarnos, te sigo a diario y compruebo que estás aprovechando realmente el tiempo. Me gusta la visión de la India que nos trasmites a través de las personas que fotografías, aunque tengo la sensación de que están consiguiendo conmoverte y que realmente todo lo que estas viendo y mostrándonos te dejará, sin duda, un sabor agridulce.
ResponderEliminarAun así, no dejes de disparar la cámara.
En efecto, el sabor es agridulce, y hay muchas cosas mas que no han llegado al Blog por falta de tiempo o porque no es el momento.
ResponderEliminarGracias de nuevo a todos y saludos indios
Namastè
Hola Pedro! soy Irene,felicidades por el Blog, está muy interesante y bonito. Desde Villalba lo seguimos con envidia:los hijos también queremos estar allí!. A ver si salís vosotros en alguna foto que se vea el contraste de culturas!.
ResponderEliminarUn beso muy grande a tí y a mi padre!
Me ha emocionado esos niños tan felices con tan poca cosa,me recuerda a cuando jugaba con una caja de cartón y era feliz,pues mi imaginación volaba,supongo como la de ellos,el estilo de las canicas fabuloso.Las gentes mayores requieren de mis respetos.La verdad el ver que miran a una cámara y se muestran tal cual son me ha emocionado sobre todo los niños,esa mirada....Y los tatuajes de henna son fabulosos son los únicos que lo hacen bien.....No perdáis nunca este viaje se aprende de todo y todos,sean quienes sean.
ResponderEliminarcuando recopiles todo,hay dos cosas o lo estás haciendo o lo harás y es un diario de viaje (en vez de cuaderno de campo)o una idea futura...llévala a cabo.
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