India, en mi opinión, es un país de grandes contradicciones. Un lugar, a priori, lleno de tópicos para el viajero que se ve sorprendido por las situaciones más opuestas; donde se purifica con agua y fuego y se sufre una terrible contaminación del aire; donde se lavan en ritual y la basura invade calles, charcas y solares; donde las vacas, animales sagrados, se ven obligadas a rebuscar la basura que se las sirve como alimento.
El país donde se oferta meditación a precio barato y sus calles son una locura de toques de claxon, melódicos y estridentes pitidos y descontroladas sirenas y donde ser pobre es una profesión, pero donde abunda la mano de obra y te emplean sólo para abrir la puerta de un restaurante. Donde hay que descalzarse por respeto religioso pero se defeca y orina por los rincones.
Son gentes tremendamente respetuosas pero que conservan las Castas y marcadas diferencias sociales y donde aún hoy, y con la mayor impunidad, un hombre puede quemar viva a su esposa con el despreciable fin de enviudar y obtener otra dote con un nuevo matrimonio. Las ciudades santas están llenas por doquier de altares dedicados a las miles de divinidades, pero la mayoría de la población no ejerce esa mística ni muestra la imágen que, seguramente interesada, nos mantienen de ellos desde los sesenta en la vieja Europa.
No es un país de colores, aunque pueda parecer lo contrario. Si cambiamos nuestro objetivo y lo enfocamos más ampliamente veremos un país de grises y marrones, de tonos menos alegres, donde la tez de los rostros se confunde con el color del atuendo.
Son sus mercados y, especialmente, sus elegantes mujeres las que ponen color en la actividad cotidiana. Son ellas, perfectamente arregladas de la mañana a la noche, con los hermosos colores de sus vestidos, con sus adornos, sus uñas pintadas, sus tatuajes de hena, sus ojos perfilados… las que, como ha dejado constancia anteriormente éste Blog, atrapan la mirada del fotógrafo, especialmente las que conservan sus modos tradicionales, más destacado aún en zonas rurales y en el Rajastán y menos en resto de las grandes ciudades que hemos tenido el privilegio de patear.
Bonitas fotos, Pedro!!!! Coincido con tus comentarios. A mí me pareció un país totalmente contradictorio, y muy difícil de comprender en algunas cosas. Pero, al mismo tiempo, me encantó. También estuve en Rajastán, así como en Delhi, Agra y Varanasi.
ResponderEliminarMuchos besos, Lourdes
waw! preciosas fotos, pero aún mas tus palabras...como te he dicho mas veces, estás hecho un escritor...describes todo tal y como lo ves, y haces que los demas veamos lo mismo que tu...
ResponderEliminarcomo bien dices, un pais lleno de contrastes...
(lau)