Hubo un tiempo en el que el mejor lugar donde me sentía
era en las montañas de Picos. Los Picos de Europa era donde daba rienda suelta
a mi energía y explotaba al máximo mi juventud, donde no importaba el tiempo y
cualquier persona que allí encontrábamos pasaba a ser amigo, incluso a atándonos
a la misma cuerda para unir nuestros destinos trepando por paredes y aristas. Era
nuestro terreno de juego, a dónde nos dirigíamos siempre que podíamos, aunque menos
de las que hubiéramos deseado. Dónde experimentamos nuestros límites, conocimos
nuestras virtudes y nuestras flaquezas, donde descubrimos valores que se
hicieron nuestros de por vida y donde aprendimos a evaluar a las personas y sus
logros en su justa medida. En fin, donde viví con pasión cada momento.
Ahora, sigo disfrutando cada día y cada rincón que vuelvo
a recorrer con una mochila cargada de experiencias vitales, con la serenidad de
haber saboreado de esos parajes, pero con la misma ilusión y la misma pasión.
Fotografías realizadas el 27 de febrero y 13 de marzo de
2021
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