El curso medio del río Miera, después de haber abandonado el valle de origen glaciar entre La Concha y Lunada, se adentra en un estrecho valle de gran belleza rodeando el macizo de Las Enguinzas, hasta abrirse a partir de Rubalcaba, y originando una zona de gran interés geológico, botánico y paisajístico. Además, la presencia humana desde la prehistoria, su adaptación al medio y el aprovechamiento del entorno, ha dejado con los siglos un legado artístico, cultural y etnográfico que marca su peculiaridad y la convierte en un lugar de gran interés para descubrir.
La Enguinza (964 metros) desde Noja
La instalación de los altos hornos de la Real Fábrica de Cañones de La Cavada, demandó gran cantidad de madera, especialmente de encina, para la elaboración de carbón vegetal con el que fundir el hierro. Durante los dos siglos de funcionamiento y el alto ritmo de fundición, además de la explotación del mineral a cielo abierto, requirió una basta labor de tala en gran parte de Cantabria y comarcas burgalesas, especialmente próximas a la cuenca del Miera (por cuyas aguas eran bajados los troncos), además de la construcción de infraestructuras (caminos y resbaladeros). Como consecuencia de la deforestación, el paisaje de gran parte de la región cambió radicalmente favoreciendo, con la eliminación de arbustos y creación de pastizales, la expansión de la ganadería, principalmente la de montaña, a la que especialmente los Pasiegos supieron adaptarse desarrollando métodos y técnicas peculiares, la mayoría de las cuales siguen vigentes.
Detalle de los restos de la Calzada de las Peñas, construida entre 1600 y finales de 1700
Mujer con el cuévano tradicional, de gran utilidad en la agricultura y ganaderia de ladera
La ganaderia de montaña tuvo que prescindir del uso de carros
Detalle de los restos de la Calzada de las Peñas, construida entre 1600 y finales de 1700
Mujer con el cuévano tradicional, de gran utilidad en la agricultura y ganaderia de ladera
La ganaderia de montaña tuvo que prescindir del uso de carros
La deforestación propició también con el tiempo una fuerte erosión del terreno que ha dado lugar a un paisaje característico. Las lluvias fueron arrastrando la capa de tierra ladera abajo de las montañas provocando en las zonas altas el afloramiento de la roca caliza y dejando a la vista las formaciones cársticas tan abundantes. Peña Pelada (nombre significativo), Peña Herrera y La Enguinza son tres de las cimas más representativas de esta espectacular zona.
Al fondo, el Porracolina
Desde la ascensión a la Enguinza, la silueta de El Castrejón (763 m),
en primer término, oculta la cara sur de Peña Pelada.
Al fondo, Liérganes y la Peña El Castillo junto a Solares
Entre la calima se adivina Santander, la isla de Mouro y la costa se Somo.
La cumbre y los pastos y cabañas de Noja y, al fondo, el valle del Pisuerga
En primer término, Peña Herrera.
Al fondo, de izquierda a derecha:
Picón del Fraile, Pico La Miel (entre ambos el Puerto de Lunada) y Castro Valnera
Cabañas y dolinas de Noja
Fotografias realizadas el 4 de mayo de 2013
Al fondo, el Porracolina
Desde la ascensión a la Enguinza, la silueta de El Castrejón (763 m),
en primer término, oculta la cara sur de Peña Pelada.
Al fondo, Liérganes y la Peña El Castillo junto a Solares
Entre la calima se adivina Santander, la isla de Mouro y la costa se Somo.
La cumbre y los pastos y cabañas de Noja y, al fondo, el valle del Pisuerga
En primer término, Peña Herrera.
Al fondo, de izquierda a derecha:
Picón del Fraile, Pico La Miel (entre ambos el Puerto de Lunada) y Castro Valnera
Cabañas y dolinas de Noja
Fotografias realizadas el 4 de mayo de 2013
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