Desde la playa de Ardanal, en la Playa de Isla, hasta la Ría
de Ajo, la costa se eleva unos cien metros sobre el nivel del mar. Las praderas
verdes se suceden onduladas hasta los cantiles verticales creando un paisaje
peculiar. Precisamente, por ser una costa tan agreste y carente de arenales se
ha mantenido libre de construcciones y de una intensa urbanización especulativa
y sin planificación.
Por la Punta y el Cabo de Quejo, los estratos, horizontales y cortados verticalmente por la erosión y la fuerza de las olas, forman un bonito litoral con caprichosas formas.
Por la Punta y el Cabo de Quejo, los estratos, horizontales y cortados verticalmente por la erosión y la fuerza de las olas, forman un bonito litoral con caprichosas formas.
Desde el alto de Los Rastrillos, a la altura de
Cueva Colina, asoman por el sur la iglesia de Isla y en el horizonte el
Porracolina y el Cabo de Quintres y el Faro de Ajo por el oeste.
En la Playa de la Arena, atravesada por la ría y rodeada, en
uno de sus lados, por encinares
supervivientes de las motosierras de constructores, abandonamos la costa para
encaminar nuestros pasos hacia el Palacio del Conde Fernández de Isla y luego
completar el circuito donde comenzamos.
Fotografías realizadas el 16 de febrero de 2013 |
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