Cada nueva etapa que se inicia en la vida implica un grado
de compromiso, de ilusión, de inquietud y hasta de temor. Luego, el miedo a lo
desconocido se va disipando, se descubre a los maestros que lo son y a los que
no, los compañeros de fatigas y los que no se fatigan por nadie. En fin, se madura
en lo personal y en el conocimiento. Trabajándose
cada logro día a día. Mientras, se acumulan experiencias, momentos felices o menos
felices, éxitos y desengaños. Y al final, cada etapa cumplida supone dejar
atrás un poquito de cada uno, en cada persona que ha compartido sueños y
esfuerzo, en los años que se han cumplido y que ya no volverán, en los lugares caminados y los parajes descubiertos. Cada etapa
cumplida, sin duda, siempre supone el comienzo de otra. Camino.
A Laro y Claudia
Oviedo
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