A veces, sin quererlo, uno se
sorprende caminando en el tiempo. Como siempre, solo se escoge el punto de
partida, un lugar en el mapa desde donde iniciar los pasos hacia el horizonte,
ese que se va alejando según te acercas, para descubrir nuevos paisajes. Pero
hay paisajes tatuados por el tiempo, territorios que guardan escrupulosamente la
historia del lugar, las huellas de la historia…
Como ocurre en el Páramo de la
Lora, hoy ya Patrimonio Geológico de la Humanidad, paraje de clima extremo y de
apariencia inhóspito donde permanecen los rastros de los que por allí han
pasado. Quizá siguen si borrarse porque en los últimos tiempos pocos habitan
estos lugares, sitios duros de vivir, de limitados recursos e incierto futuro
para los que permanecen.
Páramos que ya habitaron
humanos del Neolítico (4.000 años a. C.) y que nos dejaron sus muertos bajo un
dolmen, de la treintena que se conocen por la zona, que llaman de La Cabaña,
cerca de un rincón con abrigo de rocas próximo a un arroyo donde seguramente
vivían.
Nuestros pasos nos llevaron a
uno de esos pueblos que fueron surgiendo aquí y allá –algunos ya abandonados- y
de escasos habitantes. La fuente de Domingo Manjón, donde se juntaban los
soldados de ambos bandos de la guerra civil cuando bajaban de las trincheras a
buscar agua, nos recibe a la entrada de Sargentes de la Lora. Y es que
Sargentes quedó entre las dos líneas de frente cuando se militarizó y fortificó
la zona. Y allí permanecen trincheras, nidos de ametralladoras, parapetos…
Y no lejos, aquí y allá, las
bombas de extracción de petróleo que en los años sesenta parecía que traían la prosperidad
a sus vecinos y que se quedó en nada –o en poco-, ni siquiera ingresaron el IBI porque
nadie se acordó de cobrarlo. Hoy Sargentes tiene un coqueto y moderno Museo del
Petróleo que contrasta con la gasolinera que tiene enfrente ¡sin surtidores! Al lado el bar “Oro Negro” nos recuerda aquel sueño. Un
poco mas allá, un viejo luminoso de La Casera evidencia cómo un día se paró el
tiempo.
Paradójicamente, tuvieron que
ser las energías renovables las que dejaran algún ingreso en el municipio.
Medio siglo después de que el NODO anunciara que España ya tenía su propio petróleo,
son los aerogeneradores los que aprovechan los recursos de este paisaje llano y
ventoso con sus aspas girando en el borde del páramo -sobre Valderredible- mientras las bombas –las del “oro negro”- permanecen
quietas durmiendo un sueño desvanecido.
Fotos bonitas y tematica variada
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