Al otro lado del cristal crece el tiempo y se extiende el pasado. Se amontona el día a día y el olvido, dentro del escaparate se estrecha el espacio y envejece el paisaje. A través del cristal se descubre la verde piel que va cubriendo, despacio, trecho a trecho, el viejo esqueleto ajado y oxidado, mutilado. Otrora floreciente negocio, ahora desuso y abandono… tanto que ya ni la memoria sabe contar la dedicación que tuvo. Escaleras a la nada, hogares despojados de techo, intimidades a la intemperie solo amparadas por el paso distraído de los viandantes.
Santander, Plaza de Numancia
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