Parecía que no iba a llegar nunca el tiempo húmedo y fresco cuando pasábamos días de octubre todavía en la playa. Pero el viento sur indefectiblemente hizo su aparición jubilando hojas y agitando árboles, tejas y ánimos. Llegó para situarnos ya en pleno otoño, para anunciarnos lluvias y cielos grises. Para cambiar el paisaje y borrar las estrellas y el horizonte a los mareantes.
Pero nunca los fríos y las lluvias obligaron en ésta tierra a mantenerse a refugio a sus gentes, especialmente cuando de pasear la playa se trata, ejercitando el cuerpo y, por qué no, el espíritu. Pie descalzo para sentir la arena, protección para el aguacero.
Y las hojas viajando en el viento llegaron al mar y quedaron en el arenal a la espera de la pleamar para, cuando las olas las bañen, echarse a navegar. Hojas de otoño, otoño que se llevará el mar.
Todas las fotos realizadas el día 24 de octubre en Santander
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