Amanece. El suave viento de la noche ha
desaparecido al aproximarse el alba. Hay calma
total antes que el sol temple el ambiente y provoque
el movimiento del aire. Es el momento del
hinchado del globo, la metódica preparación de la
barquilla, las botellas de gas, los anclajes, extender
la vela y llenarla de aire para que cobre su colorida
forma. Siempre con mucha atención se comprueba
todo al detalle, quemadores, conexiones del
combustible, fijaciones,… como en cualquier otra
aeronave, antes de soltar el anclaje y convertirnos
en pasajeros del viento. Una llamarada en el
interior del globo y el aire calentado nos impulsa
hacia arriba, otra mas y nos alejamos del suelo,
luego, el silencio mientras el horizonte se hace más
grande y aparecen las luces del amanecer. Es el
reino de los vientos porque aquí, el viento es el que
decide nuestra dirección aunque a nosotros,
acomodados en la barquilla de mimbre, no nos dé
en la cara porque, simplemente, viajamos en el.
Fotografías analógicas realizadas en negativo color en 1991