jueves, 28 de enero de 2016

Efímero invierno


Se fue el invierno apenas había llegado. Se hizo esperar tras un prolongado otoño y creíamos que, una vez aquí, fuera larga su compañía, larga y fría como ha de ser esa estación. Pero no, apareció el sur, el viento cálido de pocos amigos por estos lares, y subió la temperatura, y deshizo la nieve, y secó sus regueros…
Frente a la bahía de Santander, una serie de macizos montañosos avisan de cuando llegan los fríos –Castro Valnera, Porracolina, Peña Rocías-, avisan al cubrirse de blanco, y ya se habían cubierto… pero, esta vez, apenas unos días. Tan poco tiempo que de nuevo aparecieron caídas por el suelo las hojas del otoño, sin tiempo para que la tierra las absorbiera y servir así de alimento a los nuevos brotes primaverales en el ciclo natural.
Por el viejo camino que antaño usaban los pobladores de la cuenca del Asón para ir, a pie o en caballerías, de Riva a La Gándara, a un lado y otro de las montañas y evitar un enorme rodeo, ascendimos al Hoyo Masallo, una gigantesca dolina que, rodeada de las montañas calizas de Peña Rocías, Sierra de Hornijo y Mortillano, nos recuerda que pisamos sobre las mayores redes subterráneas de España –las que suman mas de 250 kilómetros de recorrido de galerías y pozos-, precisamente las que absorben las lluvias y los deshielos para alimentar los manantiales del valle.
La puesta de sol, nada invernal, nos confirmó que el buen tiempo continuaría, aunque el calendario nos diga que ya estamos en invierno.

(Haced clic con el ratón sobre las fotografías para verlas a mayor tamaño)























































Fotografías realizadas el 23 de enero de 2016