jueves, 30 de junio de 2011

Fotoperiodistas

Hace tiempo que estaba recopilando las fotos de este “post” y había preparado parte del texto. Al final no tengo la foto de todos y va a ser que “son todos los que están, pero no están todos los que son”. Ellos saben a quién me refiero y sabrán perdonarme la ausencia de su retrato. Mientras, en el quehacer cotidiano, seguía coincidiendo  con ellos. Con ellos y con más fotógrafos, o lo que sean algunos que llaman más la atención con su cámara en ristre que los propios protagonistas de la noticia.


Claro, así destacan los fotoperiodistas, discretos, atentos al detalle, pendientes de la expresión, del gesto, escudriñando la escena, buscando el ángulo que más narre el acontecimiento, que más información aporte; eso sí, sin alterar la escena, sin influir en la pose, sin que los protagonistas alteren la compostura.  Con el dedo preparado en el disparador, analizando el encuadre, prestos para captar el instante, la fracción de segundo más descriptivo, y pasando lo más desapercibido posible –que hable la imagen.




Tenía que dedicarles un hueco en mi blog… son muchos años compartiendo el día a día… desde los tiempos del blanco y negro cuando en el oficio apenas  éramos cuatro pelagatos, sobre todo los gráficos de televisión, de la única televisión. Y es que ¡tienen tantas tablas en la información diaria! y, de vez en cuando, algún suceso,  alguna noticia de repercusión  nacional,… pero siempre con  el ojo y el dedo preparado. Siempre buscando algo diferente en la foto de cada día realizada en los mismos lugares y con los mismos personajes. Siempre intentando contar lo máximo en una sola foto, contando toda la historia en cada toma, resaltando los detalles y abarcando todo el escenario de cada noticia.





Muchos años archivando para el futuro la cara de la historia, guardando en imágenes el hoy para cuando la actualidad ya sea del pasado, para que, dentro de mucho tiempo, se pueda ver a todo color lo que cuente del ahora la historia.

lunes, 27 de junio de 2011

Cruces

Las descubrirás mientras recorres los caminos, en sus encrucijadas, sobre las espadañas y campanarios al llegar a pueblos y aldeas.



De piedra tallada, en hierro forjado o de cemento envejecido, asomando entre arbustos y flores, pero siempre indicando el acceso al campo de los muertos cristianos, señalando sus tumbas o donde quedaron sus restos. Humildes o pretenciosas, en el suelo o intentando alcanzar el cielo, solas o agrupadas… insignias del camposanto, del cementerio, indicadoras de necrópolis y osarios.






Columnas, angelotes… óxidos y líquenes nacidos con el paso del tiempo. Discretos adornos permanentes frente a la brevedad del colorido frescor de coronas y ramos, contraste de las flores silvestres que sobreviven en los muros.
Cuanto más tiempo hace que reposan los muertos en el lugar, y menos flores les colocan los vivos, más flores nacen entre las piedras. 





Nota: Todas las fotos han sido realizadas en mayo y junio de este año.

lunes, 20 de junio de 2011

Cuentan los del lugar...

Cuentan los del lugar, y aseguran los más viejos, que en el fondo del bosque habitan seres mágicos. Viven en el país de los árboles y arbustos, moran en viejos y rugosos troncos, escondiéndose entre los helechos, recorren el territorio de los gigantes mecidos por el viento y los diminutos refugiados a su sombra. Son difíciles de ver, traviesos, malvados, bonachones o bromistas, depende de quién te encuentres. Les encanta vivir en el bosque porque es brillante con luna llena, sombrío cuando el sol calienta, velado en días de niebla, tenebroso en noches oscuras, inquietante por el día y siempre misterioso. Cuentan también que estos seres emboscados, artífices de mil y un extraño acontecimiento, gustan de decorar su morada con formas y texturas originales para lo que usan hojas, líquenes, raíces o yedras. Además, han elegido los colores que lucen insectos y flores silvestres.
Eso me contaron los del lugar, y, cuando me interné en el robledal, creí ver a uno esconderse velozmente entre los acebos…
(Las fotos siguientes, que forman este “post”, han sido realizadas por Laro del Río)











viernes, 17 de junio de 2011

En el reino de las nieblas

Allá arriba, en el reino de las nieblas, habitan los seres vivos más viejos del lugar. Cuentan que han visto pasar las generaciones, cambiar el mundo, evolucionar el paisaje que les rodea y que conocen más momentos de la historia que nadie. Dicen que son la presencia viva de otros tiempos, supervivientes de épocas remotas, auténticos testigos del mundo.
 


Foto: Laro del Río




Foto: Laro del Río

 
Quisimos contemplar su rugosa piel, rendir respeto a su ancianidad, saludar humildemente su majestuosidad, e iniciamos el largo y “pindio” camino entre densos bosques de robles. Desde San Pedro, allá en la Liébana, ladera arriba, por el reino del helecho y el acebo, arriba de la ermita de San Pedro de Toja -como la dicen los del lugar- ascendiendo alto hasta donde desaparece el bosque y sobrevive solo la pradera.




Foto: Laro del Río
































 

 






















Pero no habíamos concertado cita y no fuimos recibidos. Ni las vacas que pastaban en el lugar se dejaron ver, solo sus cencerros delataron su presencia. Imposible acceder al trono de tan ilustres ancianos, imposible no perderse intentando llegar a la Braña de los Tejos. Inasequible la visita a estos árboles milenarios -dicen los que saben que se acercan a los 2000 años- que contemplan toda Cantabria desde lo alto, allá arriba en Peña Ventosa, entre el Deva y el Nansa donde comienza la sierra de Peña Sagra.




Foto: Laro del Río


Foto: Laro del Río


Foto: Laro del Río



Foto: Laro del Río



















En el reino de las nieblas, la montaña decide tus pasos seguros, solo los Ventolines tienen más poder, y no consintieron limpiar el horizonte, así que... ¡otra vez será!